Gredos, 1975. — 574 p. — (Biblioteca románica hispánica: Tratados y monografías 15).
Acaso extrañe que estos dos nutridos tomos sean considerados por su autor como un «manual». Es que —agregamos nosotros— se trata de un manual como debían serlo todos, o sea, de una síntesis original, y en él se recoge no sólo el estado actual de las investigaciones sobre el indo- europeo, sino las cuantiosas aportacio- nes personales de Adrados, ya anticipadas en otros libros suyos. Materia tan compleja y dilatada —fonología, morfología y sintaxis del indoeuropeo— mal podría caber en unas pocas páginas.
Caracteriza al presente libro un rigor científico incansable, enemigo de las simplificaciones usuales. Ha llovido mucho desde que los neogramáticos sentaron las bases para la recons- trucción del indoeuropeo. A estas alturas era necesario emplear nuevos métodos, aplicar las últimas concepciones de la lingüística, tener en cuen ta recientes descubrimientos, textos mejor descifrados. Y eso es lo que ha hecho Adrados. No encontraremos aquí un indoeuropeo único, un bloque enterizo de paradigmas reconstruidos casi exclusivamente sobre el griego y el indo-iranio, sino varios indoeuropeos (distinguidos según sus estadios y dialectos, con sus grupos y sus Zonas de transición): protoindoeuropeo, indoeuropeo clásico, etc. La visión ha ganado enormemente en profundidad geográfica e histórica. Y lo mismo revelarían otros aspectos. Adrados desarrolla su tema en los dos planos, el sincrónico (sistema) y el diacrónico (evolución), concediendo gran importancia a los alófonos y a los alomorfos. Respecto a las laringales, o respecto al verbo, ha llegado a precisiones antes desconocidas. Y toma como unidad morfológica la palabra (no el morfema). Basten tales botones de muestra.
Qué ilimitado taller de experimentación el de estas lenguas euroasiáticas, milenios antes de Cristo. Vemos cómo el indoeuropeo va fragmentándose sucesivamente. Pasa de un estadio preflexional —donde las distinciones son funcionales, no formales— a otro flexional, buscando nuevas marcas con que caracterizar diferencias y sin lograrlo de modo sistemático absoluto. La flexión suele tender a lo más complejo y recargado. Unos sistemas sustituyen a otros, sin que se borren completamente las huellas antiguas. Pugnan entre sí tensiones y equilibrios, innovaciones y arcaísmos. No satisface representar toda esa evolución —como bien dice Adrados— por un árbol genealógico. Son lentos, muy lentos procesos históricos, y no siempre coincidentes ni previsibles, los que ahí intervienen. Que podamos sen- tirlos y sorprender su vida —formas y contenidos en tumultuosa ebullición— lo debemos a este extraordinario manual.